Imagina un día en el que todas las mujeres de México dejaran de trabajar. No habría quien cuidara a los niños en las escuelas, quien empacara tu despensa, quien atendiera las emergencias en los hospitales o quien mantuviera en pie los millones de hogares que dependen de ellas. Según el INEGI, casi 20 millones de mujeres forman parte de la fuerza laboral, pero su huella económica va más allá de las cifras: son el 60% de quienes sostienen los quehaceres domésticos sin pago, los 11.4 millones de hogares que lideran solas y el 38% de los negocios que nacen de sus manos.
Las mujeres no sólo cargan con la economía de sus familias, sino con la del país. Trabajan más horas que los hombres, dedicando en promedio 39 horas semanales a labores no remuneradas, pero ganan hasta un 20% menos en puestos similares. Son mayoría en sectores clave como servicios y manufactura, pero cuando llegan a casa, siguen siendo las principales responsables de los cuidados. Aun cuando logran emprender, como el 15% que accede a créditos formales, enfrentan techos de cristal: solo el 18% ocupa puestos directivos.
La pandemia nos dejó una lección cruda: 2.3 millones de mujeres tuvieron que abandonar sus empleos en 2020 para cuidar a otros. Hoy, aunque muchas han regresado, la informalidad las acecha, con un 55% de ellas sin acceso a seguridad social. La Encuesta Nacional sobre Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022 revela que el 33.5% de los hogares mexicanos tienen una mujer al frente, pero lejos de ser un reconocimiento, esto representa una carga de dobles jornadas y escaso apoyo estatal.
A pesar de todo, hay esperanza. Investigadoras como Patricia Mercado han señalado que cada vez más mujeres exigen políticas de cuidado y salarios justos. Su resistencia es económica: son las que mantienen abiertas las tienditas, las que innovan en agricultura sostenible, las que lideran proyectos comunitarios. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) ha dejado claro que si se implementaran acciones para incorporar a 8.2 millones de mujeres al mercado laboral, el PIB podría ser un 15% mayor para 2030.
La brecha salarial es otro obstáculo importante: en promedio, las mujeres ganan un 35% menos que los hombres. Su representación en puestos de liderazgo también es baja: solo el 13% de los puestos en consejos de administración de empresas que cotizan en la bolsa de valores está ocupado por mujeres. Si realmente queremos una economía justa e incluyente, urge dejar de verlas como mano de obra barata y reconocerlas como pilares del desarrollo.
El futuro económico de México no se construye con discursos, sino con guarderías públicas, licencias de paternidad obligatorias y salarios equitativos.
Porque cuando una mujer avanza, la economía no se rezaga: se levanta.
Youtube ¡Dale click y ponte Adiscusión!