Chesterton advirtió que llegaría un tiempo en el que sería necesario desenvainar la espada solamente por afirmar que el pasto era verde. Más menos quiso decir que hablar de nuestras ideas o creencias seria como andar por un campo minado, pues en algún momento, cuando menos lo esperaras por dar un mal paso algo estallaría contra ti.
Ese tiempo no ha llegado. Pero resulta evidente que estamos recorriendo el camino que lleva hacía allá. El linchamiento mediático, la acusación pública e incluso la cancelación de conferencias y oradores en universidades por los desacuerdos ideológicos con alumnos se ha vuelto una constante.
¿Cuál es la razón de esto? El reavivamiento del tribalismo que naturalmente desemboca en un dualismo patológico. Me explico:
La historia de la humanidad es casi la historia de lucha entre grupos. Incluso, existe la teoría de que en nuestra aparición aquí en el planeta, a los homo sapiens nos tocaba convivir con otros grupos de humanos como los neandertales. Lo siguiente fue así: nos agrupamos en culturas, imperios, países. Ese es el tribalismo, la asociación de individuos a partir de diferencias y similitudes compartidas. Lo traemos en nuestros genes pues.
Esta tendencia nuestra se ha avivado en los últimos años. Las razones son varias, pero lo que es una realidad es que los discursos de muchos de nuestros políticos están basados en eso: los unos contra los otros. Los ricos vs pobres, los neoliberales vs los honestos, los que aman a su país y los que no. Ellos, desde el poder representan a un grupo y construyen un enemigo común, que esa es la forma más eficaz de ampliar una tribu o motivarla.
Esta tendencia no es solo propia de la política. También se ha instaurado en los grupos que sostienen una ideología y una agenda distinta a la predominante. O me apoyas y te sumas o si no automáticamente eres mi enemigo, representas una amenaza para la humanidad, el progreso y agárrate que vamos a ir por ti y a ver que te inventamos o hacemos.
Ese tribalismo crea un pensamiento dicotómico. Es decir, que divide todo en dos. Y agrupa a las personas en dos: a favor y en contra o buenos vs malos. Esto lo ha denominado Sacks el dualismo patológico que es el hecho de que, para alguien, la vida humana está radicalmente dividida entre las personas intachablemente buenas (las que pertenecen a tu grupo) y las irremediablemente malas (las que cuestionan o contrarían tu grupo).
En un contexto electoral como el que vivimos es muy importante retomar y tener claro esto. Nos van a querer dividir aún más, alimentar nuestro tribalismo y construir enemigos comunes. La cosa no se puede decidir así, no compremos esas versione. Elija a los más eficientes y con más claridad de lo que quieran construir para Sinaloa y para México.
Donde formen un círculo para dividirnos, nos corresponde a nosotros y a nuestros líderes dibujar uno más grande que nos agrupe a todos.
Al final, los homos sapiens (nosotros) sobrevivieron a los neandertales por su capacidad para asociarse y cooperar, y siempre ha sido así. Nuestra humanidad ha sobrevivido porque más allá de las diferencias ha encontrado lo común y trabajado en conjunto.
Hoy es nuestra tarea construir sociedades donde se garantice la convivencia, la hospitalidad y la libertad de expresión, pero esto pasa necesariamente por reducir el tribalismo y activar el sentido de la humanidad común, lo que todos compartimos.
Hagámoslo antes de que tengamos que desenvainar nuestra espada por afirmar que el pasto es verde.