El proceso electoral 2021 es el caldo de cultivo para que aquí y allá surjan voces que aseveren que es lo que la gente quiere, y por tanto, lo que hay que ofertarles políticamente en aras de conseguir un triunfo electoral.
Una de mis opiniones favoritas es que tras la pandemia la gente quiere reconciliación y esperanza, y en razón de sus pérdidas de salud, económicas, de seres amados, no quiere presenciar conflictos políticos, sino a individuos que concilien y sepan sumar. Por otra parte, están los que no con poca soberbia dicen que la gente quiere la consolidación de la 4t en Sinaloa, y también, en el mismo rubro que la gente quiere un gobierno de resultados y dará a continuidad a lo que ha sido el gobierno estatal actual.
No sé. Al final, todas esas son opiniones, pero, así como estas hay otras, desconocidas por nosotros y que conforman la base de los proyectos políticos que salen a competir y que incluso a veces no entendemos y cuestionamos: “¿cómo se le ocurrió decir o proponer eso? ¿y la gente que lo asesora?”
No sé. Creo que afirmar saber lo que la gente quiere requiere cautela y precaución y quien haga este ejercicio debe plantearse las contradicciones y complejidades que aguarda nuestra sociedad. Por mencionar algunas:
• Suponemos que las redes sociales son claves para ganar un proceso electoral. Que un candidato necesariamente tiene que tener una buena estrategia de redes.
De ser cierto ¿por qué en 2018 ganaron candidatos que ni siquiera tenían un perfil personal de redes y los candidatos con cientos y miles de seguidores fracasaron estrepitosamente?
• Si la gente quiere un gobierno de resultados y cercano a la gente, que es la fuente de donde emana la popularidad y aceptación del gobernador, ¿por qué el partido que representa y que garantiza esa continuidad no tiene el mismo apoyo y respaldo popular?
• Si las y los jóvenes abogan por más libertades y menos rigidez en las leyes que pretenden regular su vida ¿por qué apoyan a un partido y a un gobierno que representa el centralismo, el control del poder y una vuelta al pasado?
En realidad, creo que no estamos en condiciones de saber qué es lo que la gente quiere. Quien diga saberlo está equivocado, se está engañando y está engañando. Sería más acertado y eficaz preguntarse: ¿qué es lo que puede convencer a la gente? Y ante esa pregunta, aceptar de antemano, que muchas veces la respuesta escapará al sentido común y a todo razonamiento.